Puedo empezar por suavizar cada poro de tu delicada piel, o por sorprenderte entre el terciopelo de la mía. Rozar con mis manos donde jamás llegó nadie con ninguno de sus espejos para que reconozcas el leguaje de tu culpa. Mientras la luz se deja extinguir entre nuestros cuerpos y encontrar en tu pecho terciopelo ardiente ... Hasta que el rumor de la mañana muy lenta nos sorprenda. Todo esto comienza mientras rozo con mis dedos tu boca de Terciopelo Negro.